Libre para Vivir

Durante estos días que dedico parte de mi tiempo a reflexionar sobre qué cambios necesito para avanzar, me he hecho en varias ocasiones estas preguntas:
¿Eres una persona libre? ¿te rodeas de personas libres? ...y lo más importante ¿qué es para ti ser libre?
Porque sin tener esta base clara, de nada sirve avanzar si las ataduras visibles y las invisibles no se sueltan para poder caminar hacia la meta, sino es como estar sujeto con los hilos finos de una marioneta que los demás manejan a su antojo.

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Ya desde niños retamos a nuestros padres con el famoso NO, sea lo que sea que nos pregunte, para demostrar que tomamos nuestras decisiones y eso nos hace sentir libres...nuestras conductas se tornan desafiantes, para desarrollar nuestra capacidad de independencia y autosuficiencia...

Ya contaba el otro día que desde muy pequeña la independencia era una parte básica de mi carácter, pero eso no te hace libre, te hace combativa e inconformista, pero también te hace dependiente de tus propias decisiones y eso al fin y al cabo te ata de alguna manera a unas ideas que a veces se convierten en inmóviles e inflexibles por el miedo a que si no son defendidas, puedan destruirse y entonces la protección del YO interior se vea atacada , manipulada o incluso eliminada.....

Crecemos con la idea de que el NO si viene de nosotros debe ser respetado, pero en cambio si viene de otras personas con las que no estamos de acuerdo, nos parece injusto y exagerado, por lo que se despierta en nosotros una idea confusa de lo correcto de las normas o las leyes, buscando siempre la manera de descubrir por nuestra cuenta qué hay de correcto y de verdad en todo ello.

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Mis primeras sensaciones de libertad no las recuerdo claramente como para poder describirlas, pero si sé que fueron a una edad muy temprana.
Recuerdo las excursiones por el campo, trepando por las rocas e incluso metiéndonos en ellas (mucho antes de saber que estábamos escalando o haciendo espeleología), yendo los primos mayores  delante, dirigiendo el rumbo a seguir y guiándonos a los más pequeños (entre los que me encontraba yo) y eso me hacía sentir libre. Por eso creo que me gusta tanto la película de los Goonies ya que refleja un poco esos deseos de aventura que todos tenemos y que consiste en investigar el mundo sin la guía de los adultos.....nuevos pasos hacia la independencia emocional.

También recuerdo mis preciosos recuerdos de libertad cuando íbamos a Galicia y jugábamos en Orense con arcos y flechas que nosotros mismos construíamos, e incluso acampábamos con la tienda en el exterior del chalet como si fuéramos aventureros mayores o cuando aprendí a nadar y ya no necesitaba la famosa burbuja rosa que llevaba en la espalda para no ahogarme.

Y trepar descalza por la rocas de la costa gallega buscando "lapas", erizos , conchas y cangrejos, no siempre para cogerlos, sino para jugar con ellos. En un entorno tan salvaje es imposible no sentirte libre!!!
  

Tampoco puedo evitar rememorar los veranos en la Granja Escuela y revivir las sensaciones de libertad que me producía estar rodeada de animales a todas horas y un lugar en el que a pesar de tener que limpiar la "mierda" de las cabras, las ovejas, los pavos, etc....todo me parecía poco si luego podía darles de comer, si podía estar un rato con las crías de lechón, o si podía ordeñar a la vaca  aunque fuese madrugando un montón.
Recuerdo que aunque teníamos que elegir como mucho 2 de entre todas las actividades de manualidades, yo quería hacerlo todo, así que llegué a un acuerdo con los monitores y a cambio de hacer más actividades de limpieza y recolección en la huerta, podía hacerlas todas....así que mucho de lo que se ahora sé, se lo debo precisamente a esos talleres de verano.
Allí aprendí que si me esforzaba de más haciendo cosas que no me gustaban especialmente, como recompensa, haría otra tantas que sí me gustaban y que me hacían sentir libre...
Lo mejor del día llegaba cuando terminadas las actividades, yo corría para estar con los perros pulgosos y super cariñosos de la granja... me podía pasar horas jugando con ellos y a veces incluso madrugaba más para tener un rato antes del desayuno y jugar con ellos antes de empezar con las actividades, excepto los días que iba a recoger los huevos o a ordeñar.


Granja Escuela el Palomar (Madrid)

Pasados los años, las veces que recuerdo esa misma sensación de libertad ha sido en las excursiones al campo, en las ocasiones en que estando por ejemplo en la Aldea de Burgohondo, cobijados por un roble centenario y como hogar, un espacio exento de comodidades comunes en la ciudad, pero con el encanto de lo natural, básico y sencillo....realmente lo imprescindible, me sentía libre, me sentía feliz.

Sin luz, pero con velas y hogueras diarias, sin agua corriente, pero sí con acceso al agua que corre libre por el río...acompañados de música y baile, de cuentos y juegos, de sueños compartidos y de compañerismo ...acompañados en todo momento de una gran creatividad desbordante.....

También he sentido esa sensación de libertad cuando me fui a vivir a Florencia con mi amiga, comenzando casi de 0, con un poco de vértigo por no entender bien el idioma y no tener trabajo ni casa, pero que se compensaban con una mayor dosis de ilusión y de sueños por cumplir....

Cada vez que me he adentrado en el monte, aunque haya sido para trabajar como voluntaria en las distintas asociaciones medioambientales con las que he colaborado, he sentido esa misma sensación...

Y por supuesto, en las dos ocasiones que he hecho el Camino de Santiago, en el que me encontrado con casi todos los rincones de mi Yo..
El Camino transforma, reconcilia, remueve...y sobre todo libera.... rompe muchas ataduras, uno aprende a desprenderse de los innecesario, aprende a vivir con dolor y a pesar de ello a sonreír y alegrarse con los pequeños avances....uno aprende a conocer a los demás y se muestra como es , porque la debilidad hace que las máscaras huyan de uno mismo por simple pereza...

Hasta ahora ha sido la mejor de las metáforas de la vida que he experimentado...se comienza por un paso y se conoce la meta, pero lo que no se sabe es cuántos pasos podrá uno dar a lo largo de la jornada, qué tiempo te acompañará durante el camino, qué imprevistos aparecerán, con qué personas te encontrarás a lo largo del recorrido,  dónde y qué comerás, dónde dormirás, ...cuándo llegarás...

Pues bien, después de las sensaciones de libertad a través de experiencias físicas, lo que he descubierto es que ser libre implica ser una persona sencilla, una persona que es como es y no como otros quieren que sea, libre de apariencias y máscaras....


No es un proceso fácil porque los miedos a ser descubierta en la desnudez de la sinceridad de un YO global están presentes....es como lanzarte al vacío sin saber si se abrirá el paracaídas....

Gracias a mi camino en la FE, he descubierto esta verdadera libertad, que no la da el cumplimiento de unas normas o leyes, sino la paz que te da el hacer las cosas poniendo siempre el corazón, eso nunca falla, porque donde actúa el amor verdadero, la ley deja de tener sentido...

Es entonces cuando aparece la flexibilidad de la Palmera o del Junco, la flexibilidad de pensamientos, la elasticidad de los ideales, no de aquellos que normalizan injusticias y que ceden ante el ansia de poder, pero sí de los que a través de la empatía y la simpatía, son capaces de renunciarse a sí mismos por un mayor acercamiento de posturas y respeto a la diversidad.

La verdadera libertad no es hacer lo que a uno de la da la gana, sino hacerlo con la conciencia de hacerlo de acuerdo a un equilibrio entre todas las partes de uno mismo y en concordancia con aquellos que te rodean, que entiendan tus actos o no, al ejercer la libertad interior que siempre es respetuosa, con el tiempo podrá ser entendida...... y si aún así no es comprendida, siempre podrá ser enseñada ......











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